POZO SÉPTICO (Temas Intrascendentes)

martes, octubre 24, 2006

DR CRAPULA

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Como ya una persona se delicó y sentó su voz de protesta por haber sacado sus trapitos al sol en este blog (con toda razón y me tocó eliminar esa entrada), voy a referirme al protagonista de esta historia con el seudónimo de ALAM. Igual estoy seguro de que si algún día leyera esto (ojalá), le valdría muchas pero muchas docenas de huevos y tal vez hasta lo imprima para más adelante leer a sus hijos en la cama.

ALAM era la lacra casposa del colegio. No una de esas lacras que todo el mundo odia por matonero y play, sino de esas lacras que todo el mundo ama por no reconocer autoridad ni barreras. Un genio de la maldad hilarante, la mala influencia que todos queríamos tener a nuestro lado en la adolescencia, del que todos queríamos ser secuaces en alguno de sus sabotajes. Con él no aplica la frase "es mejor tenerlo de amigo" Amigo o enemigo, de parte de Dios o del diablo, a cualquiera le podía ir mal, muy mal estando junto a él.

Una vez, precisamente en la casa de uno de sus amigos, decidió tirar la bicicleta del anfitrión por la ventana para ver qué. Lo maravilloso, casi Hannibal Lecteresco de la situación, es que no lo hizo a la fuerza. ¡Convenció al amigo de que la tiraran! Desde luego, al ver cómo quedó hecha una melodía como siete pisos más abajo, al amigo dejó de parecerle chistoso, mientras ALAM, carcajeado de la risa, seguramente estaba a punto de convencerlo de que saliera a dar una vuelta en ella por la cuadra.

Cerca de la casa de éste o de otro de sus amigos pasaba el tren. Evento simplemente imposible de desaprovechar por el pequeño Maquiavelo. Una de sus fechorías favoritas era la de poner monedas en los rieles para que el tren las espichara. Nada fuera de lo normal. Lo exquisito del asunto era que no se habían acabado de enfriar las deformes e irreconocibles monedas, cuando ya estaba en la droguería de la esquina utilizándolas para comprar condones. A los 13 años. Y lo mejor era que se emputaba con el farmacéuta porque no se las recibía.

- "Güeon, por allá sin joder deme los condones que me tengo que ir a tirar." -
Si claro, será con la parranda de malpariditos que estaban en la puerta de la droguería tirados en el piso de la risa.

Era maestro en hacer buen uso de sus heces. En un paseo de colegio al Neusa, de alguna manera consiguió meterse en el Volkswagen escarabajo de un profesor, romper el forro ese negro del asiento de atrás por una de las costuras que lo adornaban a todo su ancho, deponer en su interior, acomodar la costura como si nada hubiera pasado y retirarse. Es una de esas chanzas que nunca se supo en que terminaron, pero sólo de imaginarlo provoca una de dos: horror o risa.

Me parece que la superó cuando en una fiesta hizo lo mismo en una bolsa que cuidadosamente ubicó dentro de una lámpara de techo en un rincón cerca a la pista de baile. En esa ocasión sí pudo ver cómo al calentarse, su olor no hacía las delicias de chicos y mucho menos de grandes, quienes infructuosamente intentaban encontrar la fuente de semejante jediondez.

Esto se está poniendo largo. Para colofonar antes de que se vuelva inleíble, les comparto mi favorita de todos los tiempos:

Ocurrió en una fiesta de quince en la que tuve la fotuna de estar. Fue en el Gran Vatel en Bogotá y en aquellos tiempos, funcionaba justo al lado (de hecho en la misma casa) un prostituteadero o tal vez selecta casa de burlesque. Para desgracia de algunos y fortuna de otros, alguien se percató de que el baño de los hombres colindaba con el baño de las putas y se conectaban por una pequeña ventana ubicada a ras de techo. A través de ella, si se paraba sobre el inodoro, se podía ver una ducha, de la cual colgaban sendos calzones que estaban a un brazo de puberto de distancia. Obviamente esto fue informado al maestro, quien sin ningún tipo de reparo se hizo a los percudidos calzones, se infiltró entre la multitud que bailaba en la pista y sigilosamente los dejó caer; en toda la mitad.
No hubo que esperar mucho a que sirvieran la comida, momento en el que la pista se desocupa en su completitud, dejando a la vista de los comensales, bebensales y padres preocupados por sus hijas, la misteriosa prenda.

Lastimosamente ALAM creció y maduró, dejandonos sólo recuerdos de su genialidad. Ahora es un tipo tranquilo, hasta callado, dedicado a hacer y enseñar música, la otra cosa en la que siempre fue un duro


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8 Comments:

  • Mis mas sinceros respetos a Dr. Crapula (Alam). Ser crapula es un arte y Alam un maestro. Heil ALAM!

    By Anonymous Anónimo, at 11:15 a. m.  

  • Brillante Post.

    Al fín Lascano va por su Venerable senda!

    Espero que el próximo Post no sea eteeerno.

    Un saludo!

    By Blogger mister Barman, at 2:22 p. m.  

  • Siento mucho la demora. Me dejé llevar por cosas menos importantes como el trabajo y la vida familiar (por no decir que estaba corto de ideas).

    Adios

    By Blogger Lascano!, at 7:18 a. m.  

  • El maestro sigue en forma.

    By Blogger JP, at 9:41 a. m.  

  • Como todas las anécdotas de Alam se han ido metamorfoseando, haciendose leyenda, yo voy a poner mis dos centavos, dando un final alternativo al cuento del condón. En la versión que yo recuerdo, el man pone las monedas, todavía humeantes en el mostrador y exige que le vendan condones. A esto le responde la farmaceuta con: pero esto que es, que pasó? Y el man, en total frialdad responde:

    No siorita, es que por allá les pasó por encima el tren.

    Tanta sencillez en tanta maldad... Siempre admirable...

    By Anonymous Anónimo, at 3:00 p. m.  

  • Faltó un detalle importante de la historia de la compra de condones: cuando ALITAM pidió condón la señorita de la droguería sentenció "Yo se lo vendo, pero le advierto que pichar con condón es como tocar teta con guante".

    By Anonymous Anónimo, at 9:31 a. m.  

  • Finisimo

    By Anonymous Anónimo, at 2:22 a. m.  

  • Y por alguna razón semejante antisocial es tratado de héroe. Debe ser por lo mismo que convence a la gente de tirar sus cosas por la ventana, o porque no lo conozco.

    Aunque el de los calzones estuvo bueno, pa' qué.

    By Anonymous Anónimo, at 3:56 p. m.  

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