POZO SÉPTICO (Temas Intrascendentes)

sábado, octubre 28, 2006

DON RAMONE

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Mi primera super producción en YouTube.

martes, octubre 24, 2006

DR CRAPULA

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Como ya una persona se delicó y sentó su voz de protesta por haber sacado sus trapitos al sol en este blog (con toda razón y me tocó eliminar esa entrada), voy a referirme al protagonista de esta historia con el seudónimo de ALAM. Igual estoy seguro de que si algún día leyera esto (ojalá), le valdría muchas pero muchas docenas de huevos y tal vez hasta lo imprima para más adelante leer a sus hijos en la cama.

ALAM era la lacra casposa del colegio. No una de esas lacras que todo el mundo odia por matonero y play, sino de esas lacras que todo el mundo ama por no reconocer autoridad ni barreras. Un genio de la maldad hilarante, la mala influencia que todos queríamos tener a nuestro lado en la adolescencia, del que todos queríamos ser secuaces en alguno de sus sabotajes. Con él no aplica la frase "es mejor tenerlo de amigo" Amigo o enemigo, de parte de Dios o del diablo, a cualquiera le podía ir mal, muy mal estando junto a él.

Una vez, precisamente en la casa de uno de sus amigos, decidió tirar la bicicleta del anfitrión por la ventana para ver qué. Lo maravilloso, casi Hannibal Lecteresco de la situación, es que no lo hizo a la fuerza. ¡Convenció al amigo de que la tiraran! Desde luego, al ver cómo quedó hecha una melodía como siete pisos más abajo, al amigo dejó de parecerle chistoso, mientras ALAM, carcajeado de la risa, seguramente estaba a punto de convencerlo de que saliera a dar una vuelta en ella por la cuadra.

Cerca de la casa de éste o de otro de sus amigos pasaba el tren. Evento simplemente imposible de desaprovechar por el pequeño Maquiavelo. Una de sus fechorías favoritas era la de poner monedas en los rieles para que el tren las espichara. Nada fuera de lo normal. Lo exquisito del asunto era que no se habían acabado de enfriar las deformes e irreconocibles monedas, cuando ya estaba en la droguería de la esquina utilizándolas para comprar condones. A los 13 años. Y lo mejor era que se emputaba con el farmacéuta porque no se las recibía.

- "Güeon, por allá sin joder deme los condones que me tengo que ir a tirar." -
Si claro, será con la parranda de malpariditos que estaban en la puerta de la droguería tirados en el piso de la risa.

Era maestro en hacer buen uso de sus heces. En un paseo de colegio al Neusa, de alguna manera consiguió meterse en el Volkswagen escarabajo de un profesor, romper el forro ese negro del asiento de atrás por una de las costuras que lo adornaban a todo su ancho, deponer en su interior, acomodar la costura como si nada hubiera pasado y retirarse. Es una de esas chanzas que nunca se supo en que terminaron, pero sólo de imaginarlo provoca una de dos: horror o risa.

Me parece que la superó cuando en una fiesta hizo lo mismo en una bolsa que cuidadosamente ubicó dentro de una lámpara de techo en un rincón cerca a la pista de baile. En esa ocasión sí pudo ver cómo al calentarse, su olor no hacía las delicias de chicos y mucho menos de grandes, quienes infructuosamente intentaban encontrar la fuente de semejante jediondez.

Esto se está poniendo largo. Para colofonar antes de que se vuelva inleíble, les comparto mi favorita de todos los tiempos:

Ocurrió en una fiesta de quince en la que tuve la fotuna de estar. Fue en el Gran Vatel en Bogotá y en aquellos tiempos, funcionaba justo al lado (de hecho en la misma casa) un prostituteadero o tal vez selecta casa de burlesque. Para desgracia de algunos y fortuna de otros, alguien se percató de que el baño de los hombres colindaba con el baño de las putas y se conectaban por una pequeña ventana ubicada a ras de techo. A través de ella, si se paraba sobre el inodoro, se podía ver una ducha, de la cual colgaban sendos calzones que estaban a un brazo de puberto de distancia. Obviamente esto fue informado al maestro, quien sin ningún tipo de reparo se hizo a los percudidos calzones, se infiltró entre la multitud que bailaba en la pista y sigilosamente los dejó caer; en toda la mitad.
No hubo que esperar mucho a que sirvieran la comida, momento en el que la pista se desocupa en su completitud, dejando a la vista de los comensales, bebensales y padres preocupados por sus hijas, la misteriosa prenda.

Lastimosamente ALAM creció y maduró, dejandonos sólo recuerdos de su genialidad. Ahora es un tipo tranquilo, hasta callado, dedicado a hacer y enseñar música, la otra cosa en la que siempre fue un duro


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domingo, octubre 01, 2006

CON LOS ANGELITOS

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Por: Aniel

El sueño de anoche sólo recuerdo que era Don Johnson tirándose por un tobogán de agua, dormido y se enrredaba y le tenían que cortar ambas piernas. Después paraba en la esquina donde yo estaba esperando a Ana. El tipo llega en el Ferrari de Miami Vice, se baja y se le ven los ñocos de piernas, nos da la llave del Ferrari (como para valet parking) se monta en un carrito de balineras (como los mochos en Bogotá) y comiemza a empujarse sólo y a gritar que no hay cosas imposibles sino soldados incapaces. Usualmente en mis sueños recuerdo lo que se habla, pero no textual. En este sí. Repetía esa frase cuando se empujaba en el carrito. '¡No hay cosas imposibles sino soldados incapaces!'. En el sueño era una cagada.